En 1995 tuve mi primer contacto con el destino. En un viaje familiar, arriba de un implacable Fiat Duna gasolero, emprendimos ruta hacia Misiones. Mi primer recuerdo es haber contemplado desde el auto cómo la tierra se volvía de color naranja intenso. Mis zapatillas blancas se tiñeron de ese color y marcaron el comienzo de nuestra aventura por la provincia.
22 años después, volví a vivir la experiencia de visitar este lugar tan hermoso de nuestro país, acompañada por mis amigas. Esta vez, viajando en avión y llegando en menos de dos horas.
En un corto viaje desde el pequeño Aeropuerto Internacional de Puerto Iguazú hacia nuestro hotel en medio de la selva, volví a divisar esa tierra tan característica. Si bien para este día teníamos previsto realizar la visita a las Cataratas del lado brasilero durante la tarde, por un retraso en nuestro vuelo no llegamos. Sin embargo aprovechamos para conocer el Duty Free de Puerto Iguazú y claro, tentarnos con algunas ofertas.
Luego de una hermosa noche de descanso con los sonidos de la selva que se escuchaban desde nuestro balcón, a la mañana siguiente emprendimos camino hacia las «Minas de Wanda» (localidad de Wanda, Misiones). Lugar en el que se localiza un yacimiento de piedras semipreciosas de cristales de cuarzo, amatistas, ágatas y topacios. Fuimos recibidas por un guía local, quien se encargó de llevarnos por todo el corredor donde se encuentran las piedras semipreciosas mientras nos relataba su origen y conformación química. Luego de recorrer las minas, pasamos a la sala de exposición y venta de las gemas, donde las piedras semipreciosas son transformadas para ser utilizadas en joyería. Dicen que las piedras están cargadas con mucha energía, y es bueno tener cerca alguna, por ejemplo una amatista, de intenso color violeta, que se caracteriza por transformar actitudes, situaciones y vivencias negativas en actitudes positivas, alegres y tranquilas.
Saliendo de la zona, continuamos rumbo por la Ruta Nacional N°12 y luego de transitar aproximadamente dos horas y media, llegamos a San Ignacio para visitar las reducciones Jesuíticas de San Ignacio Miní. Un enorme predio en el que quedaron los vestigios de la misión que tuvo por objetivo evangelizar a los nativos guaraníes.
De regreso a Iguazú, nos preparamos y aprovechamos la noche para ir a picar algo al Centro. Fuimos sorprendidas por un gran aguacero en el medio de la cena, pero no impidió que disfrutáramos la noche.
Temprano por la mañana siguiente, con un sol que partía la tierra, nos dirigimos hacia el Parque Nacional Iguazú para observar una de las maravillas naturales del mundo. Aprovechando el buen clima con cielo despejado, comenzamos por el recorrido más impresionante: La Garganta del Diablo. Llegando en el tren ecológico del Parque a la estación que lleva el mismo nombre, y luego de caminar 1.100 por pasarelas construidas sobre el río, se accede a los amplios balcones sobre el borde y frente de la Garganta del Diablo. Al llegar allí es imposible no emocionarse. El sonido imponente de litros y litros de agua caer, la bruma que se produce por la caída misma del agua, que llegan a verse desde hasta 7 kilómetros de distancia, generan sensaciones inigualables.
Luego de quedarnos absortas un buen rato, apreciando el increíble paisaje, continuamos camino hacia los demás circuitos. Seguimos por el Paseo Superior recorriendo, como el nombre lo indica, la parte superior de las caídas del agua. Observando los saltos Bossetti, el Chico y las dos Hermanas entre otros. Llegando al Salto Mbiguá, se accede por pasarelas al borde del Salto San Martín. Allí comenzamos a divisar una tormenta eléctrica de fondo, que no tardó en manifestarse sobre nosotras. El día se volvió negro en cuestión de minutos. Comenzamos a recorrer los 800 metros que nos faltaban para volver a Estación Cataratas bajo una lluvia muy intensa, con rayos y centellas. Finalmente llegamos, empapadas, y buscamos refugio hasta que se detuvo. Aprovechamos para recargar energías y cuando cesó el agua, continuamos camino por el Paseo Inferior. Increíblemente desde este circuito, se aprecian los mismos saltos pero con una perspectiva totalmente diferente. Desde aquí también se embarca en los gomones para realizar la Aventura Náutica. Una experiencia IM PER DIBLE, para aquellos fanáticos de la adrenalina. Si estás listo para empaparte y vivir adrenalina pura sobre aguas turbulentas al pie de las Cataratas, esta opción es para vos!
Finalizamos nuestro día agotadas, pero muy contentas de haber podido apreciar esas imágenes maravillosas que nuestro país tiene para darnos.
Luego de un profundo descanso, la mañana del día siguiente la aprovechamos para realizar una caminata por la Selva Iryapú. Fuimos provistas de polainas antiofídicas. Sí, el nombre nos sorprendió también, especialmente cuando pensamos en las serpientes que podrían mordernos en el camino. Claro, si estamos en la Selva!
Nada de esto sucedió, y disfrutamos de otra aventura en medio de la naturaleza, atravesando arroyitos y esquivando ramas caídas, en un ambiente húmedo e inundado por las abundantes lluvias. Otra hermosa aventura que este destino nos regaló.
El viaje llegó a su fin esa tarde misma, regresando al Aeropuerto Internacional de Puerto Iguazú, para retornar a casa, recargadas de energía y aire puro para continuar.
Por Andrea Leonardi